Logo

Zona de Reserva Campesina de Sumapaz: una historia de resistencia y amor por la tierra

ZRC Sumapaz

Una espesa capa de neblina cubrió el poblado de San Juan de Sumapaz. A 3600 metros sobre el nivel del mar, la temperatura de ese sábado 4 de febrero era de dos grados centígrados. El viento frío congelaba a quienes no están acostumbrados al páramo, pero el ambiente era de fiesta.

 

A las ocho de la mañana comenzaron a llegar los buses y chivas con campesinos de las 16 veredas que ahora hacen parte de la Zona de Reserva Campesina de Sumapaz, tras una larga espera de 12 años y una lucha de más de medio siglo.

 

A las afueras del centro cultural Mario Upegui estaba don Misael Baquero López. Como de costumbre vestía una ruana de lana virgen, un sombrero, botas, pero en su cuello llevaba una pañoleta blanca que inmortalizaba este histórico momento.

 

Saludaba y sonreía con cada invitado y con algunos de ellos recordaba los momentos más violentos que vivieron los habitantes de Sumapaz y de otras comunidades campesinas. “Nuestra lucha inició en 1936 contra la concentración de la tierra por parte de algunos propietarios y después de lograr la aprobación en 1948 de las colonias agrícolas comenzó la violencia de los terratenientes”, recordó.

 

Don Misael se quita las gafas para limpiarlas y continúa con su relato en la etapa más cruel, en la que incluso vio morir a vecinos y fue encarcelado al ser señalado de ser colaborador de grupos insurgentes.

“Mientras nosotros en comunidad construíamos caminos, puentes y escuelas, el Estado nos mandaba helicópteros y arrojaba bombas de Nepal, un experimento para aniquilar la ilusión del campesino de desarrollar sus territorios acusándonos de ‘republiquetas’ independientes”, contó con la calma que dan los años y haber sobrevivido a esa época.

 

Para llegar hasta San Juan se deben recorrer unos 100 kilómetros desde el centro de Bogotá, superando el denso tráfico capitalino para adentrarse en el frío y hermoso páramo de Sumapaz, el más grande del mundo.

 

Son montañas completas donde habitan miles de frailejones, una despensa de agua para la capital del país y un tesoro natural con lagunas y espejos de agua. Este territorio es el hogar del  oso de anteojos, del cóndor y de otras 30 especies animales. El mismo páramo que la comunidad campesina protegió al impedir que se convirtiera en represa o lugar para el turismo desaforado.

 

La música campesina sonaba de fondo, el auditorio en el que se le rinde homenaje a líderes campesinos históricos de la zona, estaba repleto. Los representantes del Sindicato de Trabajadores Agrarios del Sumapaz –Sintrapaz-, Asojuntas y otras organizaciones sociales y juveniles recibían, de manos de la Agencia Nacional de Tierras, el documento de constitución de la ZRC que incluye 22.806 hectáreas, cerca del 30% de la localidad, la más grande de Bogotá.

 

El título lo recibió una mujer, Liliana Melo Gutiérrez, socióloga y presidenta de Sintrapaz, cumpliendo un sueño de varias generaciones de campesinos que ven en este Gobierno del Cambio, una esperanza de paz para todas las comunidades que han luchado por la tierra, la soberanía alimentaria y la conservación de la naturaleza.

 

“Las zonas de reserva campesina son un reconocimiento más que al campesinado, al territorio, para permitir que exista un equilibrio entre la producción y conservación, pero también la posibilidad para el desarrollo autónomo de las comunidades. Ahora todo es diferente con el presidente Gustavo Petro y esta Agencia Nacional de Tierras, donde le dan la importancia a la tierra en manos del campesino, ese es el mejor camino a la paz total”, reconoció don Misael.

 

Sumapaz es una de las cuatro zonas de reservas campesinas aprobadas en los primeros cuatro meses del Gobierno del Cambio y que suman más de 387.000 hectáreas de tierra. Las otras son La Tuna (Cauca), Güejar– Cafre (Meta) y Losada– Guayabero (Meta), que permitirán crear condiciones de justicia social, como uno de los ejes de la Paz Total del Gobierno del presidente Gustavo Petro, en cumplimiento  del punto 1 del Acuerdo de Paz firmado en La Habana.