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Preparando la cosecha de la paz

Mientras muele el maíz para preparar las arepas para sus 13 nietos, Anais Benítez lucha por espantar, con un improvisado abanico de cartón, los más de 35 grados centígrados que acosan a La Peña, un corregimiento ubicado en el municipio de Ovejas, en el departamento de Sucre.

 

En el pasado, este territorio fue agobiado por el conflicto armado y ahora es un lugar que, poco a poco, empieza a sanarse, a recuperar la sonrisa y a reconstruir su historia.

Volver a un relato doloroso no es fácil, pero Benítez sabe que este es el camino para escribir una nueva historia. Para esta mujer, de 56 años, la década de los años 90 fue tal vez la época más triste de su vida: asesinaron a su esposo y a dos de sus hermanos. Ella prefiere no mencionar los bandos armados que pusieron fin a su vida tranquila de madre de familia. “¡Qué más da si son de los unos o de los otros!”, dijo.

Esta sucreña, de dientes pequeños pero expresivos, prefiere no hablar con mucho detalle de esos sucesos trágicos. Más bien se concentra en detallar cómo fue el después, en describir aquella fuerza que tuvo para salir adelante a los 31 años, sin el padre de sus cinco hijos huérfanos. Así decidió cambiar el miedo por la valentía para convertirse en una respetada lideresa en Ovejas. Benítez está convencida de que la muerte y la violencia se combaten con ideas y esperanza.

Mientras sacaba adelante a sus hijos, los días de Benítez comenzaban a la una de la mañana. A esa hora se levantaba a moler 25 libras de maíz para preparar arepas y empanadas que vendía a la salida de los colegios del pueblo.

A Benítez le encanta hablar de sus andanzas de viajera incansable. Una viajera que vivió de ciudad en ciudad, que se internó en cuanta casa de familia le daba la oportunidad de trabajar para conseguir el dinero para la manutención de sus hijos. Vivió en la fría Bogotá, en Barranquilla, en Cartagena, en Venezuela y en otros pequeños poblados a los que el trabajo la llevó.

Ahora se dedica a contemplar a su gran familia desde una mecedora. Ahora solo se levanta en la madrugada para preparar las arepas para sus nietos. O para cumplir con sus reuniones como lideresa. Pertenece al comité de mujeres, representa a los desplazados de La Peña y es promotora del Ordenamiento Social de la Propiedad Rural que adelanta la Agencia Nacional de Tierras.

“Yo trabajo contándole a mi comunidad cómo va el proyecto de ordenamiento y barrido predial de la Agencia, el cual va a cambiar la vida a las gentes del corregimiento, porque van a formalizar predios”, manifiesta esta promotora.

Para Benítez, la participación y el compromiso con su comunidad y el ordenamiento del territorio son fundamentales para escribir una nueva historia de paz en Ovejas. La Anais Benítez víctima fue empoderada por la lideresa que, de la mano de los cultivos de tabaco, ajonjolí, ñame y yuca, va sembrando esperanza para recoger paz a ritmo de gaitas y tambores.

Llave ANT color verde