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“Más dañina que el hambre es la terquedad de los que se niegan a ver que el país cambió”: Miguel Samper

• El director de la Agencia de Tierras entregó invernaderos a comunidades kankuama y Wiwa en Cesar y la Guajira.

Cuenca del Río Ranchería, Comunidad La Laguna (La Guajira), 24 de agosto de 2017 (@AgenciaTierras). El director de la Agencia Nacional de Tierras aseguró el jueves que para Colombia es tan nocivo el hambre como la idea de algunos de querer desconocer que el país cambió con la firma de la paz entre el gobierno nacional y la guerrilla.

“La guerra terminó y lo que nos interesa hoy es la riqueza para los campesinos”, indicó Miguel Samper Strouss durante la entrega oficial de dos invernaderos a comunidades indígenas en los departamentos de Cesar y La Guajira, ambos en la Costa Caribe colombiana.

A primera hora de la jornada, el funcionario estuvo en la Institución Educativa Agrícola del

corregimiento La Mina, en la ciudad de Valledupar (Cesar) y dijo que “más dañina que el hambre es la terquedad de los que no quieren ver que el país cambió. Tenemos una oportunidad enorme para saldar una deuda de décadas de progreso con los campesinos”.

Samper Strouss destacó el hecho de que los indígenas de Cesar y La Guajira están produciendo comida en pleno desierto y “estas son las oportunidades que tienen que seguir llegando al campo colombiano” porque “queremos que en el país se acaben el hambre y las malas noticias”.

En la Mina, el director de la Agencia Nacional de Tierras se encontró con Óscar García, de 16 años y quien actualmente está en décimo de bachillerato en el centro educativo del mencionado corregimiento.

Desde cuando hace cinco meses la Agencia y la comunidad construyeron un inmenso invernadero al pie del colegio García prácticamente se pasó a vivir a él.

De eso da fe Vanessa Gómez, de la Corporación Colombia Orgánica y quien estuvo en las capacitaciones de los niños y jóvenes que trabajan en el invernadero. “Óscar nunca me dejó sola. Siempre

venía a las seis de la mañana y se iba a las ocho de la noche”, dijo.

Aún hoy, Óscar es el primero que visita el invernadero y el último que lo abandona. A los productos agrícolas que allí se producen les habla con cariño. Es más, da la impresión de que éstos le corresponden el afecto.

“Yo soy hijo de agricultor y uno sigue las enseñanzas de los padres”, indicó García el miércoles durante una entrevista con la oficina de prensa de la Agencia Nacional de Tierras.

“Este proyecto es una bendición y solo me queda darle gracias a la Agencia”, agregó el joven, quien con satisfacción relata que en el invernadero hay sembradas matas de maíz, habichuela, tomates de varias especies, repollo, pimentón, zanahoria, cebolla larga y acelga, entre otros productos del campo.

Esa comida, enfatizó Óscar, es en su gran mayoría para el consumo de la comunidad. En otros casos, cuando de ella sobra, les es vendida a los vecinos. A corto plazo, sin embargo, se tiene proyectado negociar los productos con una importante cadena de supermercados de la Costa Caribe colombiana.

Golpeada durante más de medio siglo por el conflicto armado, las comunidades de Cesar y La Guajira viven hoy en día momentos tranquilos gracias al proceso de paz que sellaron a fines del año pasado el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC.

Eso lo tiene claro el muchacho, quien sin rodeos indicó que la negociación fue “muy buena” porque “ahora tenemos más espacios para cultivar”. Según sus palabras, “ahora habrá más futuro (…) porque ya no va a haber zonas del país restringidas para la agricultura”.

“Este invernadero representa un progreso para el campo colombiano, para La Mina y para todo el resguardo (Kankuamo)”, observó el rector del colegio, Aquileo Aguilar.

“La paz viene de Dios y Él bendice todo lo que quiere, como este invernadero”, añadió emocionado el docente.

El objetivo de la Agencia Nacional de Tierras fue claro desde un principio: construir los tres invernaderos en estas zonas del país donde es de público conocimiento sus habitantes tienen problemas para hacerse a la alimentación. De hecho, las autoridades reconocieron en el pasado la muerte por

desnutrición de niños, casi todos de comunidades indígenas.

En la tarde, Samper Strouus se desplazó hasta la Cuenca del Río Ranchería, donde habita la Comunidad La Laguna de los indígenas Wiwa, en La Guajira.

Allí fue recibido por los líderes indígenas, en cabeza de Miguel Armenta, quien llevó al funcionario hasta el invernadero y le mostró los productos que están produciendo desde hace algunos meses.

En una entrevista con la Agencia Nacional de Tierras, Armenta, de 28 años, recordó los tiempos de la violencia que le tocó vivir a su comunidad. Dijo que, sin ellos pedirlo, terminaron rodeados por un conflicto entre guerrilleros, paramilitares y hasta el propio Ejército Nacional.

Hace poco más de 20 años, dijo, cerca de su comunidad aparecieron las guerrillas y detrás de ellas las bandas paramilitares. Eran tiempos, enfatizó, en que “si a Miguel (Armenta) lo veían hablando con un blanco, por eso lo podían matar, sin preguntarle nada”.

Sobre el proceso de paz suscrito entre el gobierno y las FARC, Armenta lo destacó como una buena noticia para el país, pero exigió del grupo guerrillero

el cumplimiento de todos los puntos acordados en La Habana, como los relacionados con las minas antipersonales, la minería ilegal y la devolución de los menores de edad que estuvieron en sus filas.

En los tres invernaderos la Agencia invirtió cerca de 1.060 millones de pesos para la alimentación de unas 355 familias. Se espera que produzcan al año unas 200 toneladas de alimentos.

La producción de vegetales de clima frío y templado se logró gracias a la implementación de tecnología israelí que permite controlar la temperatura en regiones especialmente secas.

Ello significó también garantizar el suministro permanente de agua sacada de pozos que superan los 90 metros de profundidad y que se ayudan con energía solar y eólica para su correspondiente distribución.

La Agencia Nacional de Tierras, finalmente, se ha encargado de la capacitación de las personas que manejan y manejarán los tres invernaderos.

Aunque esa práctica la han recibido niños e indígenas de hasta 60 años, la apuesta es que sean los jóvenes de los colegios rurales quienes asuman el cuidado y permanente producción de comida. Por eso los tres invernaderos fueron construidos cerca de colegios.

El tercer invernadero se entregará el viernes en una ranchería Wayúu cerca de Riohacha, capital de La Guajira.