En Chengue, la tierra busca sanar las heridas de la violencia
• Chengue es una población localizada en los Montes de María, corregimiento de Ovejas, departamento de Sucre, en donde el 17 de enero de 2001, 60 paramilitares perpetraron una de las masacres más sangrientas del país.
• 17 años después de la masacre, algunos de sus habitantes, que en esa época salieron despavoridos como consecuencia de la violencia, hoy regresan para darle una nueva oportunidad a su tierra y para hacer de ella un refugio de progreso.
Ovejas, Sucre (@AgenciaTierras)
Judis Oviedo Mendoza regresó a Chengue por primera vez desde aquel 17 de enero de 2001, fecha en la que ocurrió la masacre, que, seguramente, nunca olvidará.
Llena de sentimientos encontrados, con felicidad de reencontrarse con sus familiares, pero a la vez, con tristeza por recordar lo ocurrido, Judis recorre las calles que alguna vez sintió suyas, con la ilusión intacta, soñando con forjar un futuro en la tierra que la vio nacer.
Allí la Agencia Nacional de Tierras logró que Judis y muchos más campesinos, que en 2001 salieron despavoridos como consecuencia de la violencia, hoy regresen para darle una nueva oportunidad a su tierra y para hacer de ella un refugio de progreso, gracias al barrido predial, contemplado en el Plan de Ordenamiento Social de la Propiedad Rural del municipio de Ovejas, que tiene entre sus objetivos lograr la titulación y formalización de la tierra que han trabajado y habitado los campesinos.
Con el barrido predial han llegado buenas noticias a este corregimiento. Durante el último mes la Agencia de Tierras entregó a 23 familias víctimas del conflicto armado los títulos de propiedad de sus tierras, y en manos del alcalde Alejandro García dejó los títulos de los predios del Centro Educativo Don Gabriel, Sede Chengue, y del parque principal del centro poblado de Chengue, lo cual permitirá construir dos escenarios deportivos, fundamentales para el desarrollo de esta comunidad tan golpeada por la violencia y que anhela convertirse en una de las tierras más prósperas de la región.
Por primera vez, después de 17 años, muchos niños y niñas, nietos e hijos de miembros de esta comunidad, jugaron y compartieron en el parque, que ahora les pertenece a todos, y así lograron exorcizar los malos recuerdo del pasado, para construir nuevas memorias impregnadas de felicidad.
“Así era el parque antes de la masacre, lleno de niños jugando, esto hace que se revivan nuestros sueños de volver a la tierra, de que todo mejore y desaparezca la tristeza”, expresa Judis mirando hacia al parque.
Durante dos años, la Agencia Nacional de Tierras ha llegado hasta donde están los campesinos para abrirles la puerta al progreso con los pies puestos en el territorio y construyendo de manera participativa con las comunidades el ordenamiento social de la propiedad rural.
Gracias a la tierra, hoy los campesinos han vuelto a trabajar allí, generando oportunidades para cimentar las bases de una comunidad que comienza a resurgir de la violencia.