Por: Miguel Samper Strouss
Director de la Agencia Nacional de Tierras
Por el año de 1962 dijo Gabo: “Yo creo que todavía no es demasiado tarde para construir una utopía que nos permita compartir la tierra”. Tenía razón entonces y la tendría hoy si el Nobel lo afirmara por estos días, 54 años después, y en el ocaso de un conflicto armado que parecía interminable.
Gabo: “Yo creo que todavía no es demasiado tarde para construir una utopía que nos permita compartir la tierra”
Para eso se creó la Agencia Nacional de Tierras, para tener certeza sobre la propiedad, sobre quién es dueño de qué tierra y, con ello, activar el desarrollo del campo: subsidiar proyectos productivos, formalización de predios, aprobar préstamos para los campesinos. La idea es acabar con la injusta distribución de la tierra por cuya disputa inició la barbarie.
La falta de claridad e información sobre la propiedad rural es el primer frente de acción de la ANT. De ello se beneficiarán no solo los campesinos al convertirse en propietarios de sus predios con todas las de la Ley sino también los municipios al legalizar la propiedad de miles de bienes públicos abandonados. Como comentaba la alcaldesa de San Diego, aunque quiera invertir y mejorar canchas de fútbol rurales, escuelas o un puesto de salud en zona veredal, sin el título de propiedad queda maniatada. Cosa distinta sería si las 200 entidades de derecho público identificadas en Cesar, en su mayoría escuelas rurales, tuvieran formalizada la propiedad. Y así ocurre en todo el país.
Es absoluta prioridad para la Agencia formalizar la tierra de los campesinos como punto de partida para una finca más eficiente, pero también lo es formalizar los bienes públicos en cabeza de los municipios para que inviertan en servicios sociales e infraestructura para el campo. Esa es la base para que se empiece a consolidar la paz territorial hacia la cual ya hacemos tránsito.
La Agencia no es una corbata que llega a ponerle un orden a la propiedad rural desde un frío escritorio de la capital. El acceso a la tierra y la formalización de la misma cuenta con nuevas herramientas que nos exigen caminar el país vereda por vereda, predio por predio.
Con ese norte se creó la Agencia Nacional de Tierras: Para garantizar que el campesino que no tiene tierra o que tiene poca, se convierta en propietario de una finca que le permita sostener a su familia; al que sí tiene tierra pero la tiene informal (cerca del 60% del campesinado colombiano), la Agencia debe legalizársela, incluyendo los bienes de las alcaldías que ya mencioné. Y para aquellos que tengan tierra y la tengan formalizada, la Agencia vigilará que la usen cumpliendo la función social de la propiedad. Esto no afectará la propiedad sobre el campo pero sí evitará que haya una indebida especulación con el valor de la tierra mediante su acumulación.
La Agencia no es una corbata que llega a ponerle un orden a la propiedad rural desde un frío escritorio de la capital. El acceso a la tierra y la formalización de la misma cuenta con nuevas herramientas que nos exigen caminar el país vereda por vereda, predio por predio. Será el programa de formalización y acceso más ambicioso en la historia de Colombia y servirá para que la paz se construya definitivamente en el campo. Esa es la misión de la Agencia y es esa la forma en que se abrirán las puertas para que el sueño de Gabo deje de ser una utopía.